Hace tiempo, el periodista Jorge Ramos entrevistó a Enrique Peña Nieto para la televisión y le preguntó ¿de qué murió su esposa? La respuesta de Peña Nieto fue evasiva y carente de credibilidad.
Es muy complicado que veas a un periodista de televisión mexicana (Ramos trabaja para Univisión en Estados Unidos) haciendo esta clase de preguntas. Que digo complicado, diría hasta imposible. Las lisonjas están a la orden del día y las agresiones, ahí sí, al por mayor si no formas parte de la causa que defienden sus intereses. Por ahora, Peña Nieto es el niño consentido de los medios.
Ante dicho motivo es difícil pensar en un periodista de televisión objetivo, certero y previo. Estaba pensando el López-Dóriga pero no creo que haga esa clase de preguntas a la gente en el poder; estaba pensando en Loret de Mola; estaba pensando en Javier Alatorre; estaba pensando en Pedro Ferriz de Con; estaba pensando en Krauze y la verdad de todos no sacas ni uno solo que tenga el valor de preguntar lo que la gente quiere saber. Lamentablemente recurres a producciones que se originan en el extranjero para que sepas qué hay más allá de los problemas internos del país. Esto me produjo la siguiente interrogante. Ante tal carencia de entrevistadores audaces, certeros, objetivos y creíbles ¿quién ha sido el mejor periodista que ha generado la televisión abierta mexicana en su historia?
Empecé a desglosar nombres y la verdad ninguno daba el ancho. Ni Guillermo Ochoa, ni Ortega, ni Nino Canún en su era Imevisión, ni Rosa María de Castro, ni Jacobo -aunque ahora muy crítico- Zabludowsky, ya no hablemos de su hijo. Nadie, nadie se atrevía a preguntar como lo hizo Ramos con Peña Nieto. Hasta que me vino a la mente, la figura de Don Ramiro Gamboa "El Tío Gamboín".
Era el año de 1989, en ese tiempo visitaba la radio y cuando los locutores se iban a jugar futbol, dejaban abandonadas las cabinas. Ahí fue donde aprendí a operar (dícese del arte de manejar los equipos de sonido que generan una emisión radiofónica). A mi edad (11 años) y en ese tiempo era complicado: consolas de poleas, cartucheras, mangos de tornamesas con agujas, lp's catalogados con etiquedas (no había mp3 y el CD era muy caro)... en fin. Pese a lo complicado que era, aprendí a llevar una emisora sin lagunas en esos tiempos.
Al terminar un pequeño turno, me senté en un librero que estaba improvisado como portadiscos en una cabina. Llegó Eloy, un operador, un poco apresurado y con su traje de portero (parecía un Miguel Marín versión genérica combinada con atuendo de "El Chato" Ferreyra. Sólo los que conocen futbol mexicano añejo, saben a qué me refiero) y me dijo: "¡Ve a la cabina de Radio Moderna! ¡Están entrevistando al Tío Gamboín!". Corrí sin dudarlo.
La cabina de Radio Moderna estaba contigua a la de la XECGP. Las emisoras se encontraban en Plaza Rebullones, en la planta alta, a un costado de la Escuela Normal donde inicia el Acueducto. Ahí estaba. Un señor alto, fuerte, con una voz rotunda y un tipo moreno que era nada más ni nada menos que el realizador de la voz de GC (el gato azulito). Saludé al Tío Gamboín muy emocionado:
- ¡Hola, Tío!
- Muy buenas tardes, sobrino ¿cómo estás?
- ¡Bien, Tío!
- ¿Cómo te llamas?
- Arturo, Tío.
- Muy bien, sobrino Arturo. Y dime ¿cómo vas en la escuela?...
Esta pregunta empezó a retumbar mi mente y me generó episodios de angustia. Exactamente los mismos que le produjo el periodista Jorge Ramos a Enrique Peña Nieto.
¿Cómo vas en la escuela?
¿Cómo vas en la escuela?
¿Cómo vas en la escuela?
¿Cómo decirle que voy de la patada sin que sepa que voy de la patada? Me sentí como Peña Nieto en 1989. Mis calificaciones eran un desastre.
Contesté con un angustiado y tembloroso "bien" que al Tío le costó trabajo creerlo.
- Échale ganas, sobrinito. Recuerda que hay que estudiar para salir adelante.
- Gracias, Tío.
Después de saludarlo y de que fuese entrevistado en la radio, no lograba sacar esa pregunta de mi cabeza.
¿Cómo vas en la escuela?
¿Cómo vas en la escuela?
¿Cómo vas en la escuela?
Me preguntó lo que nadie me había preguntado. Una pregunta idénticamente incómoda como las que proporcionan Luengas o Ramos a sus invitados. Por ello -considero- , Ramiro Gamboa es para un servidor el mejor periodista que ha existido en la historia de la televisión abierta.
El Tío Gamboín ha sido el mejor periodista que he visto en la historia de Televisa.
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